Como el propio nombre indica, The Witness hace que seamos testigos de una escena inmóvil, una isla en medio de la nada. No hay horizonte al que mirar, no hay más tierra que la que estás pisando. Todo esta pensado para algo en especial, nada está puesto «porque sí», todo esta ahí por algo, todos los obstáculos llevan a algo mayor, cada piedra, cada rama que hay está por algún un motivo. No intenta darnos una sensación de naturalidad, no nos intentan impresionar con el paisaje, todo está quieto y nada se mueve, cada elemento que vemos (o por lo menos la mayoría) es inmóvil. Lo único que podemos hacer es interpretar. Nosotros, como personas estamos ahí por algún motivo, tenemos curiosidad así que como no nos cuentan nada lo único que podemos hacer es averiguar, descubrir y desbloquear puzzles. Esto es de lo que va esta obra, de puzzles.
Aunque sea una obra en el que su principal función jugable sea atraerte hasta un nuevo acertijo más sin decirte nada, sin decirte cómo empezar, sin mencionar ninguna regla. Es verdad que las reglas las pone el propio juego y esta no es una excepción, pero el caso es que la obra no te va a poner ese manual en las narices para poder resolver el puzzle. Por medio de lo que vayas aprendiendo tendrás que apañártelas para seguir avanzando, y así, llegar al final. Se han abierto muchas interpretaciones sobre este juego. Según algunas personas el mensaje de este juego es la sabiduría, es el conocimiento. Por medio de cada puzzle vas aprendiendo algo más. Por medio de ese aprendizaje resuelves los obstáculos que están en tu camino, y así, te abrirá una nueva puerta. La sabiduría es así, el más sabio es el que mas experiencias recoge, pero el más listo es el que más obstáculos salta a su paso por medio de lo que va aprendiendo, por medio de su propio conocimiento. Nunca dejamos de aprender y siquiera el más sabio o el más listo va a dejar de descubrir, de observar y de experimentar algo nuevo en su vida.
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